domingo, 22 de diciembre de 2013
sábado, 14 de diciembre de 2013
Ciclo Y LA NAVE VA (Poesía en Monte Grande)
JUEVES 19/12 - 20hs
PRESENTA: Mauro Quesada
LEEN:
Mirta Castaño
Rosario Sanchez
Dan Gussoni
Sergio Ariel Altamirano
Christian David Ardiles
MÚSICOS INVITADOS: Adrian Cayetano Paoletti - Noe Vaccaro
VIDEO: Carlos Martins
en C.c. Metamorfosis Suburbana (Dardo Rocha 20, Monte Grande) - 20HS
https://www.facebook.com/events/218171905021484/?notif_t=plan_user_joined
viernes, 29 de noviembre de 2013
La pequeña muerte
El murmullo de lo que no fue
se adhiere a cada acto
sin advertir el trabajo
la construcción de otro amor
otro nombre
noches robadas de algún libro
malo
o cualquier conversación en
la calle
lunes, 11 de noviembre de 2013
Reseña de Bajo una extraña nevada, por Natalia Gauna, publicada en Revista Tónica
En cada paso un verso
Publicado el por NATALIA GAUNa
Por @NatiCGauna
Bajo una extraña nevada
De Mauro Quesada
Sello editorial El Ojo del Mármol
46 páginas. 2013
$40
Una primera lectura que no lleva más de veinte minutos. Demasiado rápido para comprender qué acabo de leer. Una segunda lectura, detallista, con pausas y anotaciones pero todavía no aparece la clave de Bajo una extraña nevada, primer libro de poemas de Mauro Quesada.
Son treinta poemas breves -ninguno supera los diez versos- cuarenta y cuatro páginas en las que predomina el blanco y que, paradójicamente, conforman un libro. Entonces, una tercera lectura. Esta vez sin saltos de páginas, como si pudiera pegar cada poema, uno debajo del otro. Una lectura de corrido, esa es la clave. Así, la unión de los poemas conforma más bien un cuento, un único relato que traza líneas de un personaje, de un tiempo y un espacio evocado.
Un transeúnte recorre en una noche de invierno las calles de la ciudad que habita mientras evoca otras tantas ciudades conocidas, quizás en sueños, quizás transitadas. Buenos Aires, Manchester, Londres, Nueva York, Paris y Las Vegas son algunas de las mencionadas en los diferentes poemas. Ellas guardan anécdotas: amores olvidados, desdichas, viajes y el recuerdo de mujeres.
Algunas madrugadas de invierno
las bocas de tormenta
despiden un vapor inaudito
y ya no me siento en Buenos Aires
sino en un sórdido bar de New York
de melancólicas melodías de jazz
donde tomo un whisky tras otro
y al salir me acomodo el sombrero
el sobretodo y me marcho fumando
rumbo a mi solitario departamento
La falta de un título para cada poema refuerza la idea de una totalidad. Un relato que, aunque construido por fragmentos, es único. Un poema y no varios. Cada salto de página, cada hoja en blanco funciona como silencios, pausas en la lectura que otorgan un ritmo y una melodía propia. Estos últimos, elementos ineludibles de la escritura poética. En esta construcción ambivalente entre cuento y poesía, Bajo una extraña nevada no pertenece a ninguno de los dos géneros, dialoga con ellos lo cual lo convierte en un libro interesante por su experimentación discursiva.
Se forma un valle en mí
todo el odio y el amor
caben en una piedrita
donde silbo melodías
hace tiempo olvidadas
Quesada construye un universo minúsculo en cada escueto poema mediante un tono coloquial y un lenguaje de formas simples. Bajo una extraña nevada es un pequeño libro que complace después de varias lecturas. Si un vino cuanto más añejo más sabroso, este libro cuantas más lecturas más se disfruta.
lunes, 21 de octubre de 2013
¿Cómo se escribe sobre la felicidad?
¿Cómo se escribe sobre la felicidad?
Es más fácil hablar del dolor
enternece a las mujeres
y da prestigio a los poetas.
Ahora, en cambio, sonrío
con un golpe de brisa en la cara
que en otro momento
me hubiera hecho sentir un idiota.
viernes, 27 de septiembre de 2013
sábado, 7 de septiembre de 2013
El amor y lo inesperado. Nota sobre dos canciones de Daniel Melero
El amor y lo inesperado. Nota
sobre dos canciones de Daniel Melero
Daniel Melero es ese
“no-músico” adelantado a su época al que cierto público le arrojaba piedras,
monedas y hasta latas de paté. Melero también supo ser socio musical de Gustavo
Cerati, productor de infinitas bandas y, por supuesto, precursor de la música electrónica
en este país. Pero, como muestra de su eclecticismo, es también compositor de
simples melodías y simples letras pero no menos tiernas y de alto contenido
poético que provocaron una huella no tan ni visible pero sí profunda, original
e inesperada en el cancionero argentino.
En el disco debut y despedida
de Los Encargados se destaca (además del clásico Trátame Suavemente) Orbitando:
una canción con una sensualidad solapada pero en mixtura con mundos y estéticas
insólitas. Por un lado es casi una canción de amor “Necesito que me ames para
poder verme/ vos sabes muy bien que…/Me pierdo todo por verte /Orbitando en
torno a mí/ a veces quiero verte”. En ese perderse “todo” se plasma una hermosa
ambigüedad:¿ese el sujeto que se pierde totalmente o se refiere a algo externo?
Por el otro, hay unos versos cargados de urgencia, cristalizados en “te escucho
hablar para que algo respire, si vives/ necesito que me ames para poder verme”:
el sujeto tiene su norte en el otro, en la persona lo ama, sólo es alguien y se
reconoce a partir del amor que le dan. Además, aparece una cuestión un tanto
enigmática y hasta metafísica: “Sé que nunca estuve aquí/ o es que quizás
visité este lugar en sueños”. Aquí ya se puede observar esta suerte de deja vu
que le otorga una cadencia onírica y un halo misterioso a toda la letra que la
viste enteramente de dudas. No se encuentran espacios físicos palpables, todo
flota en un espacio blanco, difuso,
figuras amorosas con un fondo de croma. Pero, por último, en la primera
estrofa, hay un elemento inesperado que
podría pasar desapercibido pero que la convierte en deliciosa: “ruidos de naves
que parten”. En toda la canción solo tenemos esta inusual escenografía espacial
(e incluso rozando la estética de los video games de los 80´como Space
Invaders) que se complementa con el título de la canción, pero que
simultáneamente funciona como una
metáfora de esta atracción físico- amorosa, que se completa inversamente con la
ausencia de la gravedad propia del espacio exterior: “Quizás el tiempo ya no
cuente aquí/ no me alejo ni me acerco/ todo suspendido, modulando”, a la falta
de ambiente palpable se le suma la ausencia del tiempo cronológico, como un
agujero negro que nos transporta a otra dimensión. De sueños, falta de
gravedad, naves espaciales: de todo esto también se alimenta el amor.
lunes, 3 de junio de 2013
Introducción de Bajo una Extraña Nevada (por Ignacio Molina)
En el lenguaje poético, a
diferencia de lo que sucede en el narrativo, forma y sentido se confunden hasta
transformarse en una misma cosa. En ese aspecto, la poesía guarda similitudes
con la música. ¿Cómo contar una melodía y las sensaciones que provoca? Y del
mismo modo, ¿cómo explicar un poema, o el destello luminoso que genera su
lectura, sin rebajarlo al lenguaje común y corriente? Las piezas de Bajo una
extraña nevada, este poemario de Mauro Quesada, hacen que tenga que vérmelas,
felizmente, con esa dificultad: cualquier análisis que intente sobre ellos no
estará a la altura de lo que despiertan. Breves, concisos y sin títulos, estos
treinta poemas, elaborados con palabras y tonos simples, rondan con profundidad
la nostalgia, los límites siempre difusos entre el cariño, el odio y el amor,
y, sobre todo, los rumores de lo que ya fue o no alcanzó a ser del todo. Cuando
llega la madrugada y parece que nada pasó, o cuando todo lo que pasó durante la
noche ya resulta lejano, o cuando da la impresión de que el principio de algo
es en realidad el comienzo de un fin, o cuando dos jóvenes amantes se despiden
junto a una parada de colectivos del barrio de Flores como si estuvieran en
París; en esos momentos -por mencionar sólo algunos- nacen estos poemas que
luego caen sobre el lector trayendo ecos y resonancias de nostalgia y
felicidad, que caen como copos blancos desde el rumor del pasado o las
incertidumbres del futuro, como una extraña nevada.
lunes, 6 de mayo de 2013
Los bostezos
Los bostezos
descubren al ángel
descubren al ángel
que me espía y se ríe
y a tantas cosas de las que
dudo
por ejemplo las flores
mis manos o el río
en la fiesta que dura
apenas un sueño
lunes, 4 de febrero de 2013
La primera vez que fui a bailar
la primera vez que fui a
bailar
a los catorce años
me enamoré perdidamente
de una chica de anteojos
de marcos gruesos
y de vestido
ingenuo y adorable
por supuesto que no
le fui a hablar
pero más de una vez
se apareció en mis sueños
como una suerte de
wendy para
un peter pan que al fin
había crecido
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